Con 35 grados de temperatura cualquier paleta se comienza a descongelar. Cualquier niño comienza a llorar y cualquier estúpido mosquito quiere devorarte viva. Eso era lo que les pasaba a las Duchess que intentaban subsistir a base de hielo derretido y palmeras.
—Deberíamos irnos de vacaciones. —Murmuró Tammy, abanicándose ociosamente con la mano.
—No podemos. —Le cortó Anaïs, sin siquiera permitirle fantasear con la idea.
—¿Por qué no?
—Porque tenemos hijos.
—¿Tenemos? Yo solo tengo uno y ya sabe ir al baño solo, fue lo único que JC pudo enseñarle…—Se detuvo un segundo a pensar —. Eso y a fumar hierba…
Ani frunció el ceño mirando de reojo a su hermana, no podía estar hablando en serio. ¿Fumar hierba? ¿Con este calor? ¡Eso se hacía en invierno! Adiós tradiciones familiares.
—Bueno, pero mis niñas todavía no saben eso… Marc siempre promete que les va a enseñar, pero nada. ¿Sabes lo que es cambiar tantos pañales?
—Me imagino… —corroboró con algo de empatía—. Deberías regalar a la más pequeña… ¿cómo se llama?
—Ehh…—Ani se golpeó el labio inferior pensando. —Coño, no recuerdo…¡Marc! —Gritó repentinamente haciendo brincar a Tammy en su silla.
Dos minutos después el así llamado Olórin apareció en la puerta, cargando en sus manos un pote de crema y cubierto de la misma sustancia hasta las pestañas. Tammy supo que era por las quemaduras, pobre infeliz.
—¿Si, cielo?
—¿Cómo se llama la pequeña?
—¿Cuál de todas, cielo? —Ani sacudió la cabeza con impaciencia.
—¡Cuál de todas! ¡La única más pequeña!
—¡Aaaaah esa!
—Si…—Marc no dijo nada—. ¿Entonces?
—Pues… pequeña.
—Jajajaja que boludos, ni siquiera acuerdan el nombre de sus propios hijos. —se carcajeó Tammy balanceando su cuerpo hasta casi caer de la silla.
—Joder, Tamara… acabo de limpiar —se quejó Ani por la gota que se chorreó de su tequila, pero no le dio demasiada importancia — Sabes que... sí, necesito vacaciones... Vamos por el Caribe, con el agua azul, la música pegajosa, las morenas pieles bailan...
—Eh, que sigo aquí — se quejó Marc
—¿Y qué haces aquí? —preguntó Ani
—Queriendo saber las fantasías de su esposita —Rió Tammy que se movió hacia atrás tan rápido que terminó despatarrada en el suelo.
—Eres una boluda, hermana —rió Ani intentando levantarla
—Sos... —corrigió Marc— se dice "sos”
—Y vos sos un guacho que no me ayuda a pararme — rugó Tammy.
Marc la observó, abrió el pote de crema y siguió embadurnando la carne de su nariz, pensando que era raro que no le doliera. Se encogió de hombros mientras se perdía en el pasillo dejándolas a las dos solas.
***
Una alarma sonó en alguna parte del cuartel, haciendo que Volátil abriera los ojos a regañadientes y mirara las pantallas con las que se suponía vigilaban la ciudad. Hizo un escaneo rápido, sin poder precisar qué o quién había activado la alarma. Se encogió de hombros y volvió a recuperar su posición sobre el escritorio, se abrazó a su “coso” de plástico, se metió el pulgar en la boca y continuó haciendo su siesta de las doce de la noche.
Cinco minutos después la alarma volvió a sonar.
—¡¿Pero quién mierda jode a estas horas?! —Exclamó al aire, se puso de pie se deslizó debajo de la mesa, buscó el interruptor y desactivó la alarma —. Otro trabajo bien cumplido. —Se felicitó a sí misma, mientras regresaba a su puesto de vigilancia: La cama.
Caminó dos pasos y la alarma volvió a sonar. Estaba cansada de eso, nunca debió permitir que Miss le cambiara la guardia. Con el gorro de santa y las pantuflas del pato Donald se acercó a la zona tres de la Baticueva azul. Observó a todos lados con resolución de matar a aquel que…
—¿Nacho? —preguntó abriendo los ojos.
—¡Dios!
—¿Dónde? —preguntó Volátil buscando al todo poderoso, cuando cayó en cuenta de lo que hablaba—. Ah, che, te referís a mí.
Nacho estaba sentado en el suelo, con las piernas estiradas dando la apariciencia de un prisionero o de un náufrago que hubiera estado en una isla por unos cinco años. Barbudo y sin bañar. En la mano llevaba una rata muerta y la pasaba por el láser de la puerta principal, produciendo que se disparara la alarma.
—Dame eso… —le quitó su ratita a Nacho.
—Nooooooooooooooo, Juliáaaaaaaaaaaan ¡Noooooooooooo! —gritó lloriqueando— ¡No me abandones, Juliáaaaaaaaaaan!
—¡Calla, que despertarás a Miss!
—¡Noooooooooo Juliáaaaaaaaaaaaan! —gritó de nuevo haciendo caso omiso de su pedido.
—¡Alfalfa! —dijo Volátil, sacando la solución de la galera.
Nacho comenzó a reír dando vueltas en el suelo, afortunadamente olvidándose de Julián.
—¡Alfalfa Alfalfosa!....¡Alfalfa Alfalfosa!....¡Alfalfa Alfalfosa!...¡Alfalfa Alfalfosa!...¡Alfalfa Alfalfosa!— Pero una vez que hubo comenzado, no parecía dispuesto a detenerse.— ¡¡Alfalfa Alfalfosa!!....¡¡Alfalfa Alfalfosa!!— Y cada segundo subía más el volumen.
—¡Calla, por el amor a mí! ¡Silencio!
—¡Alfalfa Alfalfosa!....¡Alfalfa Alfalfosa! ¡Alfalfa Alfalfosa!....¡Alfalfa Alfalfosa!
Al verse en apuros, Volátil tomó la decisión que mas práctica le pareció.
—Si seguís con eso va a venir la bruja por vos. —Nacho se detuvo y abrió los ojos como platos.
—¿La…bruja? —tartamudeó mirando a los lados con ansiedad —. No sabe que estoy aquí, no sabe. Ajajajaja ¡No sabe!
—Si seguís gritando, la llamo por teléfono.
—¿Tienes su número?
—Yo soy Dios. —Dijo Volátil inflando el pecho con orgullo, Nacho enarcó una ceja no muy seguro.
—¡No la llames, por favor, te lo ruego Dios! Solo quería ver si Julián revivía con el láser. Es que Demian le hizo tragar cianuro para ver si funcionaba. —Se cubrió los ojos conteniendo el llanto —. Lo trato… como una rata de laboratorio…¡De laboratorio!
—Ya, ya…—Le calmó Volátil.
—No, ¡Dios! Tú no comprendes, no… no… no comprendes ¡Miss! ¡Miss! ¡Miss!—comenzó a gritar mientras entraba en las principales plantas de la Alianza—. ¡Miss! ¡Miss!
—¡¡Cállate Ya!! —gritó Miss saliendo de la habitación con su pijama de los thundercats y lo observó atentamente —. ¡Nacho! ¿Qué narices estás haciendo aquí?
—Dios… Dios es malo, Missy Miss —comenzó Nacho— Dios quiere llamar a la bruja, quiere que me lleve—susurró—, quiere que me haga daño… ¡DAÑO!
—Joder, Nacho —saltó Miss del susto— vuelves a gritar así y soy yo la que llama a la bruja o al ropa vejero.
—¡Ropavejero! Por favor… a él, él me quiere… me dice que trabaje y me quita mi pago…
—Ya lo perdimos —musitó Miss y observó a Volátil— Anda, niña, devuélvele eso…
—No.
—¡Juliáaaaaaaaaan!
Volátil lo observó con calma y le dijo— Tranquilo, Nacho. Julián volverá.
—Oh, Dios…
—Pero tienes que esperar a que llame a mi mamá y a mi tía. —sonrió—. No me dejan usar mis poderes sin supervisión adulta.
—Puff ¿Y yo que soy? —preguntó Miss.
—¿Amm? ¡No sé! —Ella se encogió de hombros y cogió el teléfono para llamar a su casa. —Hola… ¿mamá?
—¿am? ¿Co.. qui habla?
—Ah, papá… ¿sigues untando las galletas de la cena con la crema para las quemaduras?
—¿Quién eres? —preguntó Marc al otro lado de la línea limpiando su boca para que nadie observara la crema rosa del ungüento.
—¡Tu hija!
—¡Ah, sí! …—dijo emocionado para luego agregar en tono pensativo—. No me acuerdo de ti.
—Soy, ¡La peque..!— pero fue tarde, el padre ya estaba gritando
—¡Aaaaaaaaaaaaani! ¡Tu hija!
—¿Cuál?—exclamó su madre a la distancia, Volátil puso los ojos en blanco y
aguardó con paciencia sacada de quién sabe dónde. Tenía que recordarse que Dios la amaba, ella se amaba, así que Dios debía amarla.
—¿Diga?
—¿Mamá?
—No, soy Tammy… tu mamá está ocupada, Marc intentó robarse a un niño de la calle. Insiste que es el hijo que jamás tuvo, pero que tendrá en el futuro en que no se casó con tu madre.
—¿Eh? —Preguntó Volátil sin comprende ni media palabra.
—Nena ¿Me preguntas a mí? Es tu papá, no el mío…
—Bueno…—Hizo una pausa —. ¿Podes venir al cuartel?
—¿Al cuarto de quién? Yo no soy de esas Dios, lo sabes… si JC te escucha después me tira la bronca.
—Es que Nacho está acá y tiene problemas con su rata.
—¿Julián? ¿Qué le pasó?
—Demian…
—No digas más. —Le cortó repentinamente —. Devolvemos al niño que robó tu papá y vamos para allá, no hagas nada, no toques nada y hagas lo que hagas, no llames al Ropavejero.
—¿Y a la bruja?
—¡¿Estás loca, vos?!
—¡¡Bruja no!!—exclamó Nacho al oír que decían ese nombre, Volátil le hizo una seña a Miss para que lo llevara lejos.
—¡No! Ni se te ocurra llamarla, repito, ni se te ocurra llamarla.
—Ya entendí, no es un radio boba. —Tammy colgó sin responder y Volátil se dispuso a esperar.
—¡¡Bruja!!—Escuchó a la distancia y comprendió que la espera iba a ser difícil, incluso para alguien tan magnánimo como Dios.