Y mi corazón se congeló.

Pendiente como estaba, en mitad de un latido, a pocos segundos de pronunciar entre sus labios una palabra gritada entre susurros. Anhelante de aquel beso que llegó a pensar que la atravesaría para siempre el alma y que nunca acabaría, no para ellos. En realidad, nunca te he querido, fue todo lo que dijo aquella noche. No es cierto, le rebatió sin lágrimas. Lo siento, se excusó. Eso tampoco es cierto, y ella se ahogó con las lágrimas derramadas.

Entonces fue cuando cayó arrastrada hacia un mar de tinieblas, y allí se congeló. Olvidando sensaciones, inercias y recuerdos, manos y pieles bajo sábanas entrelazadas. Sus ojos ansiosos de vida, calor y paz buscaban en aquella alma embravecida un atisbo de las palabras de amor dichas en su día. Las cuales no llegaron nunca a aparecer, quizás por eso, se encontraba tan perdida. Ya que el golpe le llegó sin avisar, como todo en esta vida; pero la abismal diferencia había sido, que decidió confiar. Confiar en un futuro, confiar en él, en otra versión de sí misma la cual se le tenía permitido gozar de aquello que se le había negado. Todo para que después, con tan solo unas pocas palabras, quedara desarmada, dura y enrojecida, allí donde la quemazón de su herida le impedía olvidar.

Y así, con aquel corazón congelado fueron pasando las eternidades, transformadas en noches y días, destinados al olvido. Ya no se veían, ya no querían verse, por supuesto, el tenía otro juguete. Esta vez más duradero y lleno de vida de lo que jamás pudo ser el anterior. Ya no le sentía en la lejanía, como tantas otras veces había estado. Ya la muñeca defectuosa no le serviría nunca más a un amo satisfecho de aquello que necesitaba. Ni en las noches frías de braguetas sueltas y botellas acabadas, se dignaba a mirarla. Estaba acabada, tirada de cualquier manera y dolorida por el ardor del hielo.

Entonces fue cuando decidió romper, romper con todo, con él y sobre todo consigo misma. Se vio arrastrada sin remedio por un camino de baldosas rojas, donde lo que dictaba el corazón quedaba aplacado por la tortuosa voz de los instintos. Y así es como, lo que un día fue entregado con amor, se vio regalado al mejor postor. Numerosas pieles impregnaban su alma, su cama y dignidad. Perdía la razón y el alma en encontrar, entre las caricias innecesarias y comprometidas, un atisbo de aquello que su piel había perdido y que su alma congelada había dejado de escuchar. Ella por supuesto quería todo aquello, la oscuridad y el recelo, la nada y la miseria en la que se encontraba envuelta y ahogada. Aunque, como un secreto torturado entre los pliegues de su mente, cada noche de cada día, extrañaba lo que un día le juraron que le pertenecía.  

Y así fue como una de aquellas noches, de lágrimas dirigidas a la luna, un mensaje escueto y lascivo apareció en mi teléfono. Mis ojos lo miraron impertérritos, durante una eternidad contada en segundos y un chispazo que encendió su alma la llegó a asustar. No podía hacerle eso, no otra vez, no ahora cuando estaba ahogada en la oscuridad más doliente de todas. Su corazón congelado se desquebrajó un poco más, crujió y aúllo de dolor, como hacía tanto tiempo que no lo hacía. Sus ojos secos lloraron lo que su piel ansiosa añoraba. No pensó, no sintió, solo caminó. Derecha a lo que con seguridad sería su última sentencia de muerte.

Y un tiempo después, allí estaba, tan sonriente, tan claro y espectral, como en un sueño. La miraba a través del umbral de la puerta como si verdaderamente hubiera algo que quedara de ella que mirar. No podría recordar, ni aunque quiera, todo lo que allí se dijeron, pero lo intentaría: Lo hemos dejado, se acabó. Le confesó. No será solo sexo, esta vez quiero hacerte el amor. Le prometió. Todo podría ser como antes. Pausa.  He cambiado. Otra pausa. Siempre te he extrañado. Se derrumbó. Te quiero.

No esperó a que siguiera, simplemente obvió las palabras y las dejó guardadas en un pequeño trozo de papel pegado en su alma, para cuando todo terminara. Desde luego las iba a necesitar.

Acto seguido estrelló sus labios contra los de él, profundizándose en un beso que otras tantas noches buscaba y que hasta ahora no había encontrado. Esta vez no sería como aquellos besos dados desde la oscuridad, entre las sombras y a extraños deseosos de aquello que pudiera darles. Esta vez, por desgracia, el beso era de verdad. De nuevo podía sentir su alma pegada a la de él por medio de sus labios, bocas y manos, a lo largo de todos aquellos minutos que duraron horas. Los dos amantes no se separaron en ningún momento, ni cuando el procedió a desvestirla, ignorando las marcas miserables de otras manos sobre su piel. Así quedaron eternamente eclipsados a lo largo de aquella cama que tanto tiempo atrás había sido testigo de innumerables juramentos y promesas realizadas desde lo mas hondo del corazón.

Te quiero. Él no paraba de repetirlo, estaba en su cabeza, en su corazón y en su alma, mientras mordía sus labios y apretaba su piel. Otra vez, te quiero, cuando sus cuerpos desnudos se fundieron en una necesidad implacable de aquello que una vez fue de ellos. Reviviendo así el calor de los recuerdos y acallando la voz de un dolorido corazón, que por fin, se había transformado en charco. No pararon durante horas, no se dieron ni guerra ni paz, solo amor. Una última vez, amor.

Más tarde, cuando la mañana amenazaba con acallar los actos y las palabras, que aquella noche se había dirigido. Antes de que él diera su estocada final al maltratado corazón de ella. Antes de revelar la amarga verdad que les tenía rodeados. Antes siquiera de poder admitir que él, había vuelto a mentir y que ella, había vuelto a caer. Antes de que todo eso ocurriera y que la mañana barriera con su luz la habitación en tinieblas. Ella, derramando lagrimas del charco que ahora era su corazón se acomodo sobre su pecho a horcajadas. Propinándole caricias furtivas desde lo más profundo se su corazón. Ella anhelaba, como nunca antes lo había hecho, todo lo que podría ser y no había sido. Pero a su vez odiándole por todo lo que a cambio, le había arrebatado.

Sin más y sin ningún sentimiento o emoción alguna, hundió la mano en aquel pecho hermoso y tibio del hombre al que amaba. Ignoró su gesto de sorpresa, horror y sangre. Le tocó con sus dedos congelados aquello que tanta vida le había brindado y que ahora se apagaba por momentos. No sintió nada, cuando sus gritos comenzaron a estrellarse contra las paredes al apretar con más fuerza su mano. No derramó ni una sola lágrima, cuando aquel corazón dejó de latir entre sus piernas. Y finalmente, no murió junto a él cuando observó su rostro angelical caer en el mismo infierno, que tanto tiempo atrás, ella misma había sido arrojada sin más.

Nunca más. Se susurraba para sí misma, acurrucada sobre aquel pecho frío e inerte. Ahora carente de vida o sentimiento. Ahora sí, por fin. Comenzó a llorar. Soy libre.

La alarma comenzó a sonar en la distancia, arrancándola bruscamente de aquel sueño tan liberador. Después de tanto tiempo y de tanto dolor, de tanto buscar entre sus sábanas vacías y la oscuridad de la noche, podía decir no sin lágrimas en los ojos, que le había perdonado.

Concuerdo totalmente con el comentario de Ani, la cual parece ser que se me ha adelantado. No tengo mucho más que añadir, salvo que sólo queda seguir practicando.

Comparto tanto la crítica de Ani, que ésta tiene mi voto.

Un abrazo.

Muchísimas gracias a los dos por tomaros la molestia (sobre todo a ti Ani por resaltarme esa enorme cantidad de faltas, las cuales están ya corregidas y aprendidas   ) Y en cuanto al texto, no siempre todos los textos gustan y no hay nada de malo en ello. Para mí fue como digo siempre una terapia y experimentación que otra cosa.

De nuevo mil gracias Andreu y Ani por leerlo y pasaros a comentar, de verdad. Os leo pronto por la Biblioteca.

Un besazo enorme.

¡Hola, Andrea!

Pues te comento antes que nada unos errorcillos que encontré por el texto:

Citación :

Y así, con aquel corazón congelado fueron pasando las eternidades, transformadas en noches y días, destinados al olvido. Ya no se veían, ya no querían verse, por supuesto, el tenía otro juguete.

"él"

Citación :

Y así fue como una de aquellas noches, de lágrimas dirigidas a la luna, un mensaje escueto y lascivo apareció en mi teléfono. Mis ojos lo miraron impertérritos, durante una eternidad contada en segundos y un chispazo que encendió su alma la llegó a asustar.

Aquí, la verdad, me confundí. Lo leí y leí también lo que te colocó Ani arriba, y bajo mi opinión deberías de cambiarlo a esto: "Y así fue como una de aquellas noches, de lágrimas dirigidas a la luna, un mensaje escueto y lascivo apareció en su teléfono. Sus ojos lo miraron impertérritos, durante una...", porque hasta donde comprendí hablas de la chica y no de él como te lo menciona Ani. Además de que suena súper extraño que de repente aparezca un "mi" en un texto donde solo se maneja el "ella" y "él". Pero tal vez me haya confundido, de todas maneras te lo dejo por aquí para que lo revises. 

Citación :

Los dos amantes no se separaron en ningún momento, ni cuando el procedió a desvestirla, ignorando las marcas miserables de otras manos sobre su piel. Así quedaron eternamente eclipsados a lo largo de aquella cama que tanto tiempo atrás había sido testigo de innumerables juramentos y promesas realizadas desde lo mas hondo del corazón.

"él" y "más".

Citación :

Propinándole caricias furtivas desde lo más profundo se su corazón. 

Aquí fue un error de dedo, un "de" en lugar de "se".

Recuerdo haber leído este texto antes, aunque debo admitir que en un principio no me sonaba de nada pero a partir del cuarto párrafo mi memoria se refrescó. Es un texto lleno de sentimiento. Pero no del típico romanticismo que uno se espera encontrar en esta sección, sino la parte amarga, lo que queda cuando ya no hay amor, cuando se rompe con una relación. De lo que nadie habla.

Es triste el pensar que la protagonista cayó en tal mundo simplemente para olvidar a ese gran amor, pero bueno, así es el amor. Supongo, no lo sé, la verdad. A lo que quiero llegar es que me ha gustado mucho, sobretodo el sueño liberador, toda la trama gira en torno a eso y a la habilidad de perdonar. No todos somos capaces de hacerlo, quizá todos debamos soñar que matamos a aquella persona para sentirnos liberados.

En fin, un gusto leerte. Nos vemos por la biblioteca, guapa.

PD: Eso de "Nunca más" junto con la imagen que te has puesto de firma, me han encantado. En la primera ocasión que te leí no lo había captado, supongo que ahora lo relaciono gracias a la imagen que te has puesto. Tal vez no tenga nada que ver una cosa con la otra, pero igual te lo comento.

Mmm me gustó la idea pero al leerlo era todo muy confuso. Está repleto de metáforas (¿se dice así?) y, en mi humilde opinión, según mi gusto, le quita protagonismo a lo más importante: el mensaje. Es como que suena lindo en la mente del que escribe pero para el lector es un "AGH, que enredo". Obviando eso... me encantan las historias de amor tóxico y si hay tripas mejor.

Espero leerte en otra oportunidad (: Un beso enorme <3

En primera y antes de terminar el texto... no soy fan de omitir los signos de puntuación...

Citación :

. Las cuales no llegaron nunca a aparecer, quizás por eso, se encontraba tan perdida.

Los puntos y comas de esa frase me cortaron la lectura, no sé si ese primer punto no va ahí, pero esa coma, desde mi punto de vista, definitivamente es innecesaria.

En general las correciones que yo haría tienen más que ver con el ritmo, hay puntos y comas que me cortan la lectura y que complican un poco la comprensión de las metáforas, no sé si quieras darle una revisión leyendo el texto en voz alta. Como dice Rose, es muy confuso y toda esa confusión le quita protagonismo al mensaje, pero yo la culpa se la echo a la falta de ritmo, no a las metáforas en si.

¡Saludos!